Por la construcción de poder popular andaluz y la ruptura con el Régimen del 78

Desde Arboreá, como órgano de expresión destinado a impulsar la creación de una organización estratégica comunista, andalucista y feminista, consideramos fundamental que desde la izquierda revolucionaria andaluza expongamos un horizonte definido de hacia dónde y cómo queremos avanzar políticamente. Nos referimos a debatir acerca de qué estrategia o camino debemos tomar para construir desde Andalucía una alternativa socialista a nuestra realidad. 

Para precisar la estrategia de cualquier movimiento político es fundamental realizar un análisis del escenario en el que nos encontramos, en clave internacional, estatal y andaluz. Este análisis nos permitirá ofrecer alternativas realistas y viables a medio-largo plazo (una serie de objetivos estratégicos), que deberán concretarse en movimientos o propuestas tácticas (o a corto plazo).

Partimos de una realidad internacional incuestionable: la crisis. Una crisis de largo aliento (originada en la Gran recesión del 2007-2008) que, más allá del plano sanitario derivado de la pandemia de coronavirus, es fundamentalmente de tipo económico, pero también social y ecológica. A pesar de la vacuna de la covid 19, que se presenta como la panacea para la recuperación de la actividad económica, el año 2021 estará caracterizado por nuevas convulsiones. Y es que debemos advertir que la crisis actual está marcada por una realidad agonizante para el sistema: la caída de la tasa de ganancia del capital, que tendrá como única salida de los poderes económicos capitalistas el aumento de las cuotas de explotación de las clases populares a nivel mundial. Esta explotación será más cruda para el caso de las mujeres y de las economías periféricas y neocoloniales, que verán profundizadas sus situaciones de explotación especialmente duras. Asimismo, veremos un aumento de la deuda y los recortes de servicios públicos, la economía financiera y ficticia, basada en esta nueva fase en lo que el liberalismo económico llama la economía digital y el desarrollismo tecnológico como mantra del progreso; sumado a las guerras, expolio e invasión de países soberanos, la destrucción de la naturaleza y la contaminación global. A nivel político, el imperialismo de EEUU y la OTAN, con su bloque aliado, como Israel, la Unión Europea o los países del golfo, sigue siendo el mayor enemigo de los países soberanos y los pueblos a nivel mundial, con el blanqueamiento del fascismo y la aplicación de durísimas medidas militares, de control, bloqueo y, en general, el aumento de la explotación. El imperialismo, no obstante, se enfrenta a fuertes contradicciones internas y externas, generándose una realidad crecientemente multipolar desde la crisis del 2008. Así, se ha producido una escalada de tensiones y enfrentamientos ante el advenimiento de un hecho claro: el debilitamiento de la hegemonía militar, geopolítica y económica estadounidense a medida que nos hemos adentrado en el siglo XXI. Este debilitamiento del imperialismo estadounidense, con sus diferentes aliados regionales, no supondrá en ningún caso su rápida caída y marginación, sino que sólo conllevará un aumento de su beligerancia y brutalidad.  En todo caso, esta realidad multipolar abre la posibilidad a países soberanos y antiimperialistas de establecer alianzas internacionales con potencias como China, Rusia o Irán, como hemos visto en el caso sirio o venezolano, para sobrevivir a la beligerancia imperialista.

A nivel estatal, asistimos a un escenario de fin de ciclo político abierto tras el 15M, en un contexto marcado por la crisis económica, política y social derivada del impacto de la covid 19 y el plegamiento del gobierno a las medidas austericidas de la Unión Europea que se van a reactivar en este 2021. El intento de reconfiguración del Régimen del 78, con una izquierda gestionando la crisis económica sin cuestionar el sistema y con una derecha fascista a la espera para saltar al poder, son los elementos que indican el fin del ciclo político y la aceleración del tiempo histórico en el estado. Y es que el denominado “Gobierno de Coalición Progresista” de PSOE y Unidas Podemos, que ha intentado aplicar políticas sociales para paliar la dura situación de las clases populares del estado, se enfrenta no obstante a profundas contradicciones fruto de la gestión de una crisis y un país desde la “razón de estado” y sin cuestionar sus fundamentos ni los de la Unión Europea, reduciendo hasta el mínimo el programa inicial con el que se presentaron a las elecciones. Y de fondo el drama social que no cesa, y ante el que las clases populares de los pueblos del estado nos vamos a ver sometidas a nuevas y dramáticas condiciones de vida marcados por el disciplinamiento de la clase trabajadora para el mantenimiento de la acumulación capitalista y un futuro de recortes sociales y retroceso de derechos muy preocupante. Por su parte, sectores importantes de los movimientos sociales del estado habían depositado la confianza en el proyecto político de UP para revertir la situación socioeconómica tras la crisis del 2008 y suponer una ruptura al bipartidismo del Régimen del 78, provocando que en la actual crisis la respuesta social se haya visto muy mermada, exceptuando casos puntuales de colectivos de trabajadores/as y en los casos del pueblos catalán o vasco.

Los efectos de esta situación tan crítica se harán notar, y veremos desarrollarse respuestas populares por el trabajo digno, la sanidad pública, los derechos laborales o la propia vida, ahora mismo negada por la ausencia de ingresos en muchas familias de clase trabajadora, y de forma más intensa para personas migrantes y racializadas. La respuesta del Régimen irá en el sentido de una reconstitución, así como la salida de la crisis marcada por la retórica de intentar conciliar los intereses empresariales y de la clase trabajadora. La pérdida de derechos laborales y sociales, el pago de la deuda y el plegamiento a Europa y a la OTAN serán, en síntesis, las contrapartidas de esta situación a la que nos dirigimos. 

Es por ello que defendemos que nuestro objetivo estratégico de partida para la construcción de un futuro socialista es la ruptura con un Régimen del 78 caduco y en crisis; con la Unión Europea del capital; y con la OTAN

Por su parte, cualquier proyecto político rupturista que planteemos debe atender a la configuración de nuestra tierra y sociedad. Partimos de que Andalucía es una nación integrada en el estado español que posee una serie de características que las hacen propias. La explotación capitalista, patriarcal, imperialista y las resistencias que éstas generan han adquirido en Andalucía formas específicas, concretas, diferenciadas de otros pueblos del estado y del mundo. Nuestra situación dependiente, subordinada y periférica se profundiza y refuerza en el siglo XXI. El horizonte de Andalucía, en este contexto de crisis y de las administraciones continuistas en el gobierno central y andaluz, parece abocado a un aumento del desempleo, la exclusión social, la pobreza, la precarización de los empleos y la alienación cultural. En suma, el enraizamiento de las desigualdades y la conflictividad social en una Andalucía ya de por sí afectada bajo la “normalidad” capitalista. 

Frente a esta realidad, asistimos a un panorama político de la izquierda dominado por el debate andalucista y la aparición de un denominado nuevo andalucismo que está poniendo el acento en una necesaria revisión de nuestro carácter nacional y en la necesidad de hacer política desde y para Andalucía. La cuestión fundamental parece girar en torno al cuestionamiento del modelo de (sub)desarrollo y autogobierno andaluz que hemos conocido hasta ahora, así como sus limitaciones, y de manera más explícita y prioritaria, en torno a que el andalucismo tenga voz en los parlamentos autonómico y estatal, tal y como ocurre en otras naciones del estado.

Desde Arboreá aplaudimos toda reactivación y/o profundización del debate en clave andalucista y soberanista, así como todo cuestionamiento de nuestra realidad y la necesidad de superarla. No obstante, consideramos que es fundamental precisar el objetivo estratégico del movimiento de izquierdas y revolucionario desde Andalucía. Para ello, es necesario aclarar tres aspectos políticos:

El primero es que la resolución de los problemas estructurales de Andalucía no podrá venir de simples reformas o una participación en las instituciones de representación formalmente democráticas. Ni españolas, ni andaluzas. Cualquier estrategia para cambiar Andalucía desde los mecanismos que ha ofrecido el Estado, es decir las Autonomías, es caer una y otra vez en los límites estructurales del propio Régimen del 78. Por lo tanto, consideramos que sin un proyecto político rupturista, el andalucismo pierde su razón de ser, ya que no podrá alcanzar los objetivos de revertir sus características estructurales de dependencia y subalternidad.  

El segundo, es que el hecho de estar integradas en el Estado español, la Unión Europea y la OTAN, con un potente aparato político-militar y mediático, provoca que esta ruptura con el Régimen del 78 no vaya a ser tarea fácil, por suponer un enfrentamiento directo con los intereses capitalistas dominantes a nivel mundial. Por lo tanto, dicha ruptura tendrá que partir de un avance real de las luchas parciales, de la conquista de reivindicaciones concretas y específicas. Para ello, deberemos partir de las experiencias organizativas, de lucha y los símbolos concretos de nuestro pueblo, el andaluz; y reforzar nuestra posición de primera línea en la lucha por la mejora de las condiciones de vida del pueblo trabajador, fortaleciendo los movimientos sindicales, vecinales, feministas, de migrantes, antifascistas, LGTBI, por los servicios públicos, etc. Desde el andalucismo debemos comprender que la creación de un sólido tejido popular organizado es una precondición, no sólo de cualquier dinámica parlamentaria, sino de la propia toma del poder y ruptura con el orden vigente, ya que solamente de ese caldo de cultivo de rebeldía y sabiduría popular nacerán las condiciones materiales y de fuerza de una nueva sociedad. 

El tercero. Para la creación de un tejido popular organizado es fundamental tratar el problema de conciencia y las identidades colectivas, que permitan combatir el individualismo, la competitividad, la alienación y el fetichismo que la ideología dominante ha sembrado. Partiendo de la realidad material y la historia andaluza, consideramos que la identidad popular andaluza supone la base de una colectividad de enorme potencialidad política, ya que se puede convertir en una poderosa arma para la lucha popular en Andalucía si es capaz de conectar con viejas y nuevas reivindicaciones y luchas concretas en clave social y económica. Para ello, es fundamental que desde la izquierda andalucista comprendamos que bajo la identidad popular andaluza se inscriben no sólo y de manera primordial la identidad de clase, con un evidente componente internacionalista, sino las identidades y subjetividades de las mujeres, de la población LGTBI, de la población migrante, de las y los gitanos, etc.

Estos tres aspectos nos conducen a completar el objetivo estratégico que antes hemos comenzado a esbozar. Así, desde Arboreá consideramos que la estrategia para la construcción del socialismo desde Andalucía es la ruptura con el Régimen del 78, la Unión Europea y la OTAN, en el proceso de construcción del estado andaluz soberano. Es decir, la liberación nacional de Andalucía, como un proceso por el cual el pueblo andaluz se autodetermine e inicie un proceso constituyente, se erige como mecanismo de horizonte y salida colectiva del pueblo andaluz ante la crisis capitalista mundial y la crisis política que vive el estado español. 

Una estrategia en clave nacional permite no sólo movilizar amplias capas populares desde la variedad de luchas, horizontes e identidades colectivas existentes partiendo de la realidad específica andaluza, sino cualificarlas integrándolas en un proyecto político constituyente de confrontación y ruptura con el Régimen del 78. La construcción del estado andaluz soberano que se deriva de esta liberación nacional se basa en la creación de poder popular andaluz, como fórmula específica de construir colectivamente las bases de una sociedad en la que las riquezas y potencialidades de nuestra tierra redunden en el pueblo andaluz; una sociedad libre de opresiones, socialista, guiada por los valores comunitarios, feministas, ecologistas e internacionalistas. El poder popular andaluz no es algo que se construirá en un futuro, sino que vive ya en cada una de las luchas y movimientos sociales, políticos, sindicales, feministas…, en suma, en los movimientos populares andaluces, y que debemos alimentar y fortalecer como requisito básico para la estrategia aquí planteada.

Priorizar el marco nacional en la estrategia andalucista no supone un abandono de la lucha de clases o del internacionalismo, ni trabajar por una fractura entre los diferentes pueblos del estado, sino todo lo contrario. Supone multiplicar las fuerzas populares que luchan por la desintegración del Régimen del 78, siempre y cuando no se reproduzcan discursos chovinistas y excluyentes. De hecho, en la actual coyuntura política, económica y social abierta desde 2008, el desarrollo de conflictos populares en clave nacional, como vemos en el caso catalán, posibilita romper los equilibrios políticos internos y abrir una crisis que propicie un escenario de ruptura. 

La estrategia de liberación nacional se interrelaciona con la llamada conquista de soberanías. Este combate por las soberanías se presenta central en el actual contexto de degradación y avivamiento de las contradicciones en la Europa del capital. La sujeción de los estados europeos a la Unión Europea, con el subsiguiente techo legal de gasto público, el chantaje de la deuda o la ausencia de soberanía en materia monetaria y financiera, imponen límites insuperables para cualquier economía estatal autónoma y soberana. Esta situación afecta también a la actual gestión autonómica y municipal. No obstante, es fundamental no sólo reclamar la salida de la Unión Europea y de la OTAN, para recuperar la soberanía de los estados y debilitar al imperialismo, sino apostar por la soberanía de los pueblos y una nueva unión de pueblos y naciones.

La estrategia nacional debe tener una clara y nítida vocación de clase, socialista, feminista e internacionalista. El andalucismo debe integrar las históricas demandas democráticas de pan, trabajo, techo, libertad, igualdad plena, educación, salud… que el régimen no ha podido cumplir ni desarrollar. Así, para superar la realidad actual, estamos llamadas a encarnar estas demandas históricas, a potenciar todos los movimientos populares que se dan en Andalucía, acompañando las conquistas obtenidas y orientándolos hacia el único horizonte que puede garantizar dichas demandas: la ruptura con el Régimen del 78 a través de la acumulación de poder popular andaluz, como semilla del futuro estado andaluz soberano.